Meditación mariana en preparación a la Solemnidad de la Inmaculada (mes de María)

Lectura bíblica (Ef. 1, 3-ó.11- 12) Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que por él nos ha bendecido desde el cielo con toda bendición del Espíritu. Porque nos ha elegido en Cristo antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor; destinándonos ya entonces a ser adoptados por hijos suyos por medio de Jesucristo, conforme a su querer y a su designio. a ser un himno a su gloriosa generosidad. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria.

Antes de la creación, el Padre eterno elige al hombre en Cristo, su Hijo eterno. Esta elección es fruto de amor y manifiesta amor.
Por obra del Hijo eterno hecho hombre, el orden de la creación se ha unido para siempre al de la redención, es decir de la gracia.
Consideremos cómo Dios eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su Unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese en la dichosa plenitud de los tiempos; y tanto la amó por encima de todas las demás creaturas, que en solo Ella se complació con señaladísima benevolencia Por lo cual, la llenó de tanta gracia, sacada del tesoro de su Divinidad, muy por encima de todos los ángeles y los santos, que Ella absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad que no se concibe, en modo alguno, nadie mayor que ella después de Dios. 
Procuremos amar con sincera piedad filial a la Purísima Virgen María. Ejercitemos nuestra piedad con las oraciones a la Virgen que hemos aprendido de niños para que Ella nos enseñe a vivir la obediencia a la Palabra y nos haga abrazar cada día con más fervor a Cristo Redentor nuestro. (17/11/17)