16 de noviembre 2016. Carta Pastoral del Capellan Mayor del Ejército, Pbro. Oscar Ángel
Naef a los Capellanes Castrenses que se desempeñan en Institutos y
Escuelas de formación del Ejército Argentino.
Estimados
Capellanes:
He
concluido este fin de semana una evaluación en perspectiva de
distintos elementos que he podido recoger en la visita a los
distintos Institutos de nuestro Ejército. Dentro de los puntos
salientes podría destacar que se realizan experiencias catequéticas
muy ricas y valiosas, pero a su vez todas distintas en sus criterios
y lógica de los contenidos. Además, se puede observar que en todas
las cosas se da un compromiso concreto con el acompañamiento del
personal, pero en ningún de ellos he encontrado procesos
sistematizados para dichas acciones pastorales.
Antes
de continuar con detalles que podrían distraer la atención quiero
centrar con Uds. la tarea del planeamiento 2017 en un elemento
fundante que debemos de tomar como punto de partida desde donde
articular las experiencias pastorales. Los Capellanes debemos de
participar del proceso educativo aportando más para lo que se debe
ser como soldado que para lo que se ha de hacer. Esto significa en
primer término considerar que nuestros fieles se definen por su
vocación recibida del Señor. No se trata entonces de acompañar al
hombre para lo que deba hacer el militar, lo cual sería reducirlo a
lo técnico y operativo, sino acompañar para que asuma con mística
vocacional lo que debe ser.
Nuestro
objetivo es acompañar con una fuerte
presencia para que el educando pueda responder al “llamado”
(vocatio). Y como toda vocación, también la militar pide donación
de sí y entrega amorosa convertida en respuesta a aquel que nos
llamó. Y especialmente en la vida militar cargada de rutinas si
falta esta donación de la persona por un ideal, las cosas de todos
los días se tornan vulgares y triviales, lo cual abre la puerta a
pensar la vida sólo como un negocio. Si así sucede, sepultamos la
verdadera visión sobre el hombre que es capaz de entregar su vida en
el combate sosteniendo el juramento hecho a su Bandera. El mantener
vivo en cada proyecto esa respuesta vocacional es el antídoto contra
el espíritu jornalero que impone la cultura que se respira hoy entre
nosotros.
Esos
jóvenes que están recorriendo las instancias formales de la
educación militar también necesitan de nosotros un intenso
compromiso docente en aquello que nos es propio, la sabiduría de la
fe. Podríamos aplicarnos entonces, también a nosotros mismos
aquellas palabras de Unamuno: “Lo que más encadena a un discípulo
a su maestro, lo que más le hace cobrar afición a lo que éste le
enseña, es sentir el calor de la pasión por la enseñanza, del
heroico furor del magisterio. Cuando el que aprende siente que quien
le enseña lo hace por algo más que por pasar el tiempo, por cobrar
su emolumento, o por lo que llamamos cumplir el deber, y no suele
pasar de hacer que se hace, entonces es cuando aquél se aficiona a
lo que se le enseña”(Miguel
de Unamuno. Arabesco Pedagógico. 1913)
Con
el deseo de generar con esta reflexión un espacio de creatividad que
permita concretar en proyectos el ideal vocacional, los saludo en la
misericordia del Señor, muerto y resucitado por nuestra salvación.