(02/10/16) Evangelio según San Lucas 17, 5-10.
Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”.
Él respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y
dijeran a esa morera que está ahí: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”,
ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar
o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto
y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la
túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás
después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le
mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan:
“Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber””.
El hombre ha
sido creado para conocer, amar y servir a Dios en esta vida y mediante ello
salvar su alma para gozar de Dios en la vida eterna. Una verdad sencilla del
catecismo que no siempre sabemos recordar. Más bien solemos decaer ante la
dificultad de tener fe. ¿Por qué Dios permite el mal, o que a los hombres
perversos les salgan las cosas bien, cuando a los justos les va tan mal? Y nos decimos: Dios tiene que hacer algo al
respecto. La Escritura dice al revés: es el justo el que vive de la fe, y con
esa confianza debe apoyarse en la fortaleza que le da el Espíritu Santo y hacer
lo que debe para remediar la situación. En unas pocas palabras, mientras se
pierde el malvado, el justo debe santificarse aún más por las buenas obras, ya
que la fe sin las buenas obras, es decir las obras de la caridad, no basta para
salvarse. Hemos recibido por el bautismo, la tradición del Evangelio; pues
entonces deberemos ponerlo en práctica para ser coherentes con el mismo Señor
que nos ha dejado ejemplo en su servicio a los hombres, con su Pasión, muerte y
resurrección. Nosotros debemos entonces estar preparados para sufrir por ser
cristianos, para mortificar en nosotros el pecado y todo lo que a él conduce en
nuestra naturaleza herida por la concupiscencia del pecado original; y vivir
positivamente una vida virtuosa para Dios y los hermanos. Esa es la manera que
tiene Dios de hacerse presente en el mundo, a través de sus discípulos y
seguidores. Es por ello que Cristo llamó a los Apóstoles y les encomendó el
triple ministerio de enseñar, santificar y gobernar su Iglesia. Iglesia que es
el Reino de Dios comenzado en la tierra, que Cristo predicó su llegada e
instituyó en Ella. Fe es creer y vivir lo que se cree, y no se le hace ningún
favor a Dios, sino que más bien Él nos lo hace a nosotros, dándonos su gracia
sin la cual no podemos hacer nada. Darle así ese culto espiritual a Dios, no es
más que cumplir lo que pide nuestra misma humanidad creada, y cumplir con
nuestro justo deber para con Él. El hombre ha sido hecho para la gloria de Dios
y no al revés.
Pbro.
José Augusto D´Andrea
Capellán Castrense