(29/09/16)
Disertación del Pbro. Oscar Ángel Naef, Capellán Mayor del Ejército Argentino
en el Vto Congreso de Obispos Castrenses de América Latina y el Caribe. Casa de
Retiros “Posada Belén”, Antigua Guatemala, Guatemala. Jueves 29 de septiembre
de 2016.
Introducción.
El
tema que los organizadores me han encomendado aborda una realidad muy cara a la
pastoral de nuestros ordinariatos y a su vez abarcativa de un sin número de
problemáticas que integran dicha área de acción. Por tal motivo trataré de
acotar el tema en aquellos puntos que desde el magisterio del Papa Francisco
iluminan nuestro horizonte de acción pastoral sobre el matrimonio y la familia
en la perspectiva de comunión y misericordia.
El
punto de partida desde el cual se articula la presente disertación es la
perspectiva de la conversión pastoral, concepto iluminador presentado por el
Pontífice en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium pero también presente
en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. En ese contexto buscaré abrir
caminos para repensar nuestra vida pastoral en la peculiaridad de las familias
de los militares y policías que la iglesia nos ha puesto bajo cuidado.
Luego
de fijado el contexto renovador de la acción pastoral será necesario avanzar
sobre los tópicos socio-culturales que condicionan nuestra toma de decisiones y
obligan a repensar el anuncio. Entre ellos rescataremos los aspectos
condicionantes de la cultura y la sociedad en sus códigos de organización y
dinámica que afectan los aspectos psico-sociales de las familias de los hombres
y mujeres uniformados, dando en el mismo análisis una base filosófica como
precondición para el abordaje del mensaje salvífico.
Delineados
los aspectos condicionantes, abordaremos los desafíos pastorales a la luz del
Cap. 6 de Amoris Laetitia subrayando especialmente el acompañamiento de la
preparación al matrimonio y de la familia en sus primeros pasos atendiendo los
aspectos de fragilidad propios de la vida militar y policial.
A
modo de conclusión destacaré aquellos elementos de la vida familiar que siguen
produciendo incertidumbre en el corazón del Pastor. Para luego cerrar con
algunas palabras que alienten a enfrentar con coraje el desafío.
1- Amoris Laetitia como Evangelii
Gaudium también propone la Conversión Pastoral como respuesta y desafío.
En el Nro. 32 de Amoris Laetitia
se reconoce que el “El cambio antropológico- cultural hoy influye en todos los
aspectos de la vida…Ni la sociedad en la que vivimos ni aquella hacia la que
caminamos permiten la pervivencia indiscriminada de formas y modelos del
pasado…somos conscientes de la dirección que están tomando (aquellos) cambios
en razón de los cuales los individuos son menos apoyados que en el pasado por
las estructuras sociales en su vida afectiva y familiar”.
Pero no solo eso, Francisco en
Evangelii Gaudium Nro 25 reclama una “conversión pastoral” que lleve a una
transformación de las estructuras para dar respuesta al mundo de hoy.
Estas palabras no son otra cosa
que el reconocimiento crudo de que la vida cotidiana tiene nuevos paradigmas donde
esta se realiza. Por tanto, la identificación de los mismos aparece como
condición de posibilidad para generar la renovación pastoral esperada.
El término conversión en sus
múltiples acepciones tiene un denominador común que es la radicalidad del
cambio que solo se consigue realmente si el corazón del hombre se deja renovar
por el Espíritu de Cristo que hace nuevas todas las cosas.
El núcleo de ese proceso es la
conciencia de la presencia de Dios, ya sea tanto en la persona, como también de
un modo análogo en la comunidad. Presencia dialógica que dinamiza toda la
existencia y que se convierte en acción transformadora.
Esto es lo que remarca el Papa
Francisco en Evangelii Gaudium cuando dice en el Nro. 23 “La intimidad de la
Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión esencialmente se
configura como comunión misionera”
La comunidad volcada a la misión,
que es la Iglesia, implica una comunidad
con “dinamismo de salida”[1].
Capaz de salir del modelo de “Autopreservación”[2]
y encaminarse a un modelo abierto y dinámico[3].
La “conversión pastoral” que
propone el Papa Francisco no será el cumplimiento riguroso de un nuevo
itinerario de organización pastoral, ni el resultado de eficiencia de la
gestión de un proyecto, sino la misión siempre nueva que brota del encuentro
profundo con el Señor y que se fortalece cuando cada uno y la comunidad como
tal dirigen su mirada al corazón del Evangelio[4]
que fortalecerá la disposición genuina de “Salir de la propia comodidad y
atreverse a llegar a todas las periferias”[5].
En este contexto de riesgo de la
Evangelización en salida el Papa dice que prefiere “Una Iglesia accidentada,
herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por
encierro y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades”[6].
2-
Repensar el anuncio ante los nuevos paradigmas de vida presentes en la dinámica
familiar.
Quiero hacer una pequeña
rectificación. En el punto anterior he querido dejar a la luz la necesidad que
muestra el Papa Francisco de sacudirse de encima las ataduras pastorales, lo
cual podría aparecer como un dejar de lado las herramientas del planeamiento
pastoral. Pero no es así. Es necesario la nueva actitud eclesial rescatando
simultáneamente la necesidad imperiosa de una formación Teológica sólida, una
vida espiritual profunda, una capacidad adquirida para leer los signos de los
tiempos y una especial habilidad para plasmar las iniciativas en programas que
se destaquen por los aspectos pedagógicos y comunicativos acompañando el
dinamismo de transformación de la conversión pastoral.
Concluida la rectificación
abordaremos el paradigma que afecta notablemente la vida familiar y que
condiciona la visión sobre el mundo y el hombre. Y que además regentea la
cosmovisión de otros paradigmas menores.
2-1) El paradigma cultural.
El occidente en el cual vivimos
ha asumido como un dogma de vida que la sociedad se organiza en democracia y
que ésta se sostiene en la economía de libre mercado y en un sistema legal que
se justifica por el consenso formal. Y este consenso logrado en las
instituciones constitucionales.
Esto que resulta indiscutible
quiebra la dinámica tradicional de la vida en occidente ya que, reemplaza el anhelo
del bien común por la sola estabilidad de la economía. Y reemplaza la ley
natural por el puro consenso, con el único límite de los derechos humanos
catalogados en los pactos internacionales, lo cual parece ser el único resabio
de vinculación entre ley y naturaleza, y que actúa como límite de este
paradigma dogmático y no sabemos hasta cuándo.
Es más, en este mismo sentido, el
dogma del consenso como único camino ha llevado a plantear la modalidad de la
“tolerancia negativa” que comenzando por sacar las imágenes de los lugares públicos, siguen con
el segundo escalón que es silenciar toda opinión que se sustente en el concepto
de verdad como justificación la norma.
Esto afecta directamente sobre el
hombre y la familia en su modo de concebir el mundo, de educar a los hijos, de
relacionarse entre los miembros y con los demás fuera del ámbito familiar.
Para describir aún más la
consecuencia que este dogma de vida tiene sobre el hombre y su comprensión, me
valgo de palabras del filósofo argentino Carlos Daniel Lasa: “La educación que
supimos conseguir ha perdido la savia generadora de los grandes hombres, de
aquellos que estaban ocupados cada día en ser mejores, tanto en el pensar como
en el obrar… el eros perfectivo fue fagocitado por un eros jornalero deseoso
sólo de tener más y más pero incapaz de desear mejor…El eros jornalero aniquila
toda perspectiva universal y se traduce en la conformación de un hombre sin
densidad, incapaz de trascender su pequeño mundillo asfixiante en el que solo
reina el impulso automatizado carente de toda reflexión. Y un impulso carente
de toda reflexión puede fácilmente ser masificado.
Este eros jornalero no puede
generar una dinámica perfectiva, sino que cristaliza una chatura dentro de la
cual sólo puede decirse y hacerse siempre lo mismo. La inmovilidad reemplaza a
la vida, la abulia al movimiento del espíritu. Este último se caracteriza,
precisamente por su inquietud esencial, provocada por ese ferviente deseo de
colmar, en alguna medida, el abismo insondable que media entre el deseo de
saber de un hombre finito y la existencia de una realidad infinita. Esta
dinámica se acrecienta mediante el saber del espíritu humano y le permite al hombre elegir todo aquello que
lo mantiene en el camino ascendente hacia su plenitud”[7]
Estos elementos culturales
obligan a repensar el mensaje en su contenido y en su metodología de
comunicación. Como nos dijera el Papa Benedicto XVI “El concilio cumplió sobre
todo el gran cometido pendiente de definir de nuevo tanto la vocación de la
Iglesia como su relación con la modernidad, así como también la relación de la
fe para con este tiempo y sus valores. Pero traducir lo dicho a la existencia y
permanecer, al hacerlo, en la continuidad interna de la fe es un proceso mucho
más difícil que el mismo concilio”[8].
Creo que esto es lo que muestra el
Punto Nro. 200 de Amoris Laetitia cuando indica que “nuestra tarea es cooperar
en la siembra: lo demás es obra de Dios…No basta incorporar una genérica
preocupación por la familia en los grandes proyectos pastorales”. Y en el Nro.
201: “La pastoral familiar debe hacer experimentar que el Evangelio de la
familia responde a las expectativas más profundas de la persona humana…”
A modo de una primera
aproximación para responder a este paradigma dogmatico desde el Evangelio de la
familia diremos que el consenso producido por la fuerza tiránica de la mayoría
numérica debe ser superado por la
propuesta de la familia como comunidad de diálogo y comunión que se deja poseer
por la verdad. Y ante el dogmatismo del mercado propiamente individualista
diremos que la familia es escuela de servicio y misericordia.
3-
Desafíos pastorales a la luz del Capítulo 6 de Amoris Laetitia.
Pasemos ahora a los desafíos
pastorales:
3-1) En cuanto al anuncio del
Evangelio de la familia.
El Nro. 201 es muy iluminador y
marca un camino con tres espacios a asumir:
a- Es hora de “proponer valores,
respondiendo a la necesidad que se constata hoy”. A propósito de esto me hago
la siguiente pregunta ¿no es hora de que apostemos a la presentación del matrimonio
y la familia desde la comprensión positiva del misterio del amor esponsal y de
la presencia sacramental del Señor? ¿No es más evangelizador renovar
permanentemente el anuncio de estos valores a reducir la vida familiar a sus
condiciones morales?
b- “La necesidad de una evangelización
que denuncie…los condicionamientos culturales, sociales, políticos y
económicos, como el espacio excesivo concedido a la lógica del mercado”. Y da
como pauta de esta intervención dos estrategias:
-“Entablar
un diálogo y una cooperación con las estructuras sociales”
-“Alentar
y sostener a los laicos que se comprometen, como cristianos, en el ámbito
cultural y sociopolítico”.
c- Para llevar adelante este camino
marca un tercer elemento contenido en los Puntos 202 a 204 y que tiene que ver
con la formación de los agentes pastorales para abordar ese desafío e
introducir en esa formación la praxis de valerse de la ayuda de profesionales y
rediseñar la práctica de la dirección espiritual.
3-2) Guiar a los prometidos en el
camino de la preparación al matrimonio.
En este punto el documento marca
una inflexión en el tratamiento de la crisis de la familia y más bien apunta a
una crisis del matrimonio que es fundamento de la familia.
En el Punto 206 subraya la
“necesidad de programas específicos para la preparación próxima al matrimonio
que sean una auténtica experiencia de participación en la vida eclesial y
profundicen en los diversos aspectos de la vida familiar”.
En 207 dice que “Se trata de una
suerte de iniciación al sacramento del matrimonio que les aporte los elementos
necesarios para poder recibirlo con las mejores disposiciones y comenzar con
cierta solidez la vida familiar” y agrega en el 208 “El principal objetivo es
ayudar a cada uno para que aprenda a amar a esta persona concreta con la que
pretende compartir toda la vida”.
Vamos a detenernos en esta línea
de acción que propone Amoris Laetitia para la preparación al matrimonio. Sin
duda detrás de esta orientación está la idea de una catequesis que debe ser
considerada como un proceso, un recorrido espiritual, como un itinerario
desarrollado con gradualidad articulando una formación orgánica y sistemática
del Evangelio de la familia. Me da la impresión que se busca mediante este
itinerario progresivo madurar y avanzar en la consolidación de una vida hacia
el matrimonio con identidad cristiana. Y esto supone espiritualidad, virtudes y
comportamientos adquiridos en el seno de la comunidad eclesial. Si llevamos
esto a contenidos podríamos delinearlos en grandes rasgos como: propiciar los
conocimientos de la fe; educar para la vida comunitaria e incorporar el
matrimonio como una vocación-misión sobrenatural.
El crecimiento en la fe que debe
producir este itinerario catecumenal a la luz de la revelación tendrá como
objetivo final una apertura de la mente y el corazón para poder leer los
acontecimientos y experiencias cotidianas de la vida desde un profundo espíritu
sobrenatural, de búsqueda de Dios y del bien de la futura comunidad familiar.
Para volcar estos principios en
un programa catecumenal hacia el matrimonio será de vital importancia
considerar la situación peculiar de nuestros fieles sometidos a la disciplina
militar o policial y en ella el elemento tal vez más impactante en el plano
existencial que es la frecuencia de los cambios en razón de servicio, de
desplazamientos con sus consecuencias de adaptación, ordenamiento moral, nuevas
expectativas y la necesidad de cubrir ausencias y carencias.
En este itinerario deberíamos
tomar conciencia de la necesidad de una dirección espiritual especializada
donde el sacerdote acompañe a cada persona para crecer en el discernimiento de
la vocación matrimonial y de ese modo orientar en aquellas disposiciones de
vida que deben construirse en post de una respuesta a esta llamada del Señor al
amor conyugal como camino de santidad.
Un último paso que señala el
documento es la preparación para la celebración litúrgica, señalando en el Nro.
213: “Es importante iluminar a los novios para vivir con mucha hondura la
celebración litúrgica, ayudándoles a percibir y vivir el sentido de cada
gesto”.
3-3) Acompañar en los primeros
años de vida matrimonial.
Anotamos un nuevo punto siguiendo
el esquema del Capítulo 6 de Amoris Laetitia que se orienta al acompañamiento
en los primeros años de matrimonio ya que se constata a menudo una problemática
de fragilidad cuando el conocimiento mutuo en los conyugues se ha resuelto solo
por la vía afectiva. Dice el Nro. 217 que “se vuelve imprescindible acompañar…
para enriquecer y profundizar la decisión consciente y libre de pertenecerse y
de amarse hasta el fin”. Y en el Nro. siguiente[9]
agrega: “un desafío de la pastoral matrimonial es ayudar a descubrir que el
matrimonio no puede entenderse como algo acabado…al unirse, los esposos se
convierten en protagonistas, dueños de su historia y creadores de un proyecto
que hay que llevar adelante juntos...Hay que dejar a un lado las ilusiones y aceptarlo
como es: inacabado, llamado a crecer, en proceso”.
En un intento de bajar estos
conceptos del documento, destacaré los puntos concretos que resultan vitales en
la vida matrimonial del militar y del policía y que es necesario acompañar en
el proceso de asumir las realidades que detallamos a continuación: mutua ayuda
de los conyugues frente a las peculiaridades de la vida de esta vocación; necesidad
de testimonio para las otras familias de los camaradas; inserción de la familia
en la vida social con la consiguiente capacidad de adaptación que lleve a
superar las dificultades del desarraigo; cultivar las cualidades de la “vida familiar
itinerante” para sostener la educación cristiana de los hijos; ejercitar la
condición de guías en la elección vocacional de los hijos en su camino de
crecimiento; conformar la sensibilidad familiar para salir en ayuda de los
necesitados en la caridad cristiana.
Insistiremos también en este
apartado en el hecho de alentar a los sacerdotes para formarse en la dirección
espiritual específica para este acompañamiento, lo cual implica seguimiento,
acompañamiento y apoyo iluminador para estimular los pasos de los procesos
familiares. Al modo de síntesis en esta propuesta de directores espirituales
especializados puede usarse la sabiduría de San Agustín[10]
en aquello de “creer para entender, entender para creer” no apuntando a los
grandes temas de la fe sino a generar Capellanes capaces de discernir e
iluminar la voluntad de Dios sobre nuestra vida leída en los signos concretos
de la vida cotidiana.
4 -
Consideraciones Finales
Para concluir, los aspectos que
generan incertidumbre en la pastoral a la cual hemos hecho referencia y que
pueden constatarse sin necesidad de grandes estudios en el mundo policial y
militar son: una tendencia a la reducción en el tamaño de la familia, una
estadística decreciente en el número de matrimonios que se formalizan tanto en
el ámbito civil como en el religioso.
Otra constatación es la
incorporación de la mujer del militar y del policía al mundo laboral
extradomestico que inevitablemente implica la ruptura de la división de roles
clásicos y la aparición de familias con un segundo ingreso que en algunos casos
superan al sueldo del personal militar o policial.
Una consecuencia inmediata de
estas constataciones es que la familia reside menos tiempo en sus hogares y los
padres pierden su espacio como agentes de socialización y educación. En algunos
casos esos padres también pierden la conciencia de responsabilidad. Y ese rol
educativo de la familia se canaliza por nuevos espacios donde toman un lugar
decisivo las instituciones de escolarización, los medios de comunicación, y los
espacios digitales.
Esos nuevos espacios están
signados por el paradigma al que hacíamos referencia con sus consecuencias de
secularización, disolución de vínculos parentales, procesos de “liberación” al
modo de entender de la doctrina de género y por último democratización con una
tendencia igualitarista de los roles familiares.
En definitiva, la diversificación
negativa en los modelos de vida familiar es el resultado de una adaptación
“como se puede” a los cambios económicos, sociales, tecnológicos y culturales
entre otros.
Y subrayo “adaptación como se
puede” porque nuestra pastoral viene llegando tarde en el camino de iluminación
y acompañamiento a esto que destacamos. Y no es un problema de cambiar doctrina
sino de tener nuevas respuestas. Por este motivo quiero concluir con un texto
del Papa Francisco que yo lo he instalado en mi vida como una convicción y que
quiero aplicarlo a esta presentación sobre el acompañamiento al matrimonio y a
la familia en sus primeros años: “Vemos así que la tarea evangelizadora se
mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias. Procura siempre
comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin
renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la
perfección no es posible. Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace
«débil con los débiles […] todo para todos» (1 Co 9,22). Nunca se
encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca opta por la rigidez
autodefensiva. Sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del
Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no
renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del
camino”.[11]
Bibliografía.
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Magisterio.
Exhortación
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Encíclica Deus
caritas est. 25 de diciembre de 2005. Benedicto XVI.
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Exhortación
Apostólica Amoris Laetitia. 19 de marzo de 2016. Francisco.
2) Otros Textos.
Dialéctica de la
Secularización. Ediciones Encuentro. Ratzinger-Habermas. 2004.
Comment passer du constat d’un problème pastoral à
l’élaboration d’une problématique théologique? Institut Catholique de Paris UR
Religion, culture et société – EA 7403 Doyen de l’ISP-Faculté d’éducation. Pr
François MOOG.
La pratique
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60, n° 2, 2004, p. 205-224. Jean-Guy Nadeau.
Le pasteur, un
interprete: Essai de theologie pastorale. Publications de la Faculte de
theologie de l’Universite de Neuchatel, Suisse. Pierre Luigi Dubied.
La Exhortación
Apostólica del papa Francisco como desafío a los teólogos. Teología y Vida 2014
/ 3 Vol. LV. Pontificia Universidad Católica de Chile. Sergio Silva.
Una lectura
teológica de la realidad. ¿A cuáles nuevos saberes recurrir o con qué saberes
contar? Teología y Vida, Vol. LIII (2012), 281-306. Pontificia Universidad
Católica de Chile. Geraldo De Mori.
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